
Tanto Lendoiro como Guardado esperaban tener solucionado su traspaso sin que tuviese que incorporarse al equipo, pero no ha sido posible. En el entorno del jugador hay cierto enfado al entender que las pretensiones del presidente deportivista son muy elevadas, ya que está pidiendo ocho millones. Para evitar polémicas, el club ha impuesto a Guardado la ley del silencio, tal y como reconocía el futbolista: "Me lo han pedido y hasta que haya algo, hay que respetar". Lendoiro y el agente del jugador tienen previsto reunirse este fin de semana para agilizar el traspaso. La intención del mexicano es seguir jugando en España y desde México apuntan a Valencia, Atlético y Sevilla como posibles destinos.
El otro jugador citado para ayer, Rubén Pérez, ni siquiera acudió a las oficinas del club a instancias del propio Depor. Ernesto Bello y Guardado lo recogieron en su domicilio y los tres viajaron hasta Vilalba.
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